Estoy en la cama
del Katmandú Garden House intentando escribir algo para que
comprendáis cómo ha sido este día tan emotivo para mí. Esta
mañana ha venido al orfanato una familia de Barcelona, hemos
conectado desde buen principio, ha sido poco tiempo el que hemos
estado juntos pero con unas conversaciones y un todo geniales.
Kasturi y Pramila han venido a mi habitación con cartas para mí y
para Javi. Cartas preciosas de las que tengo frases marcadas en la
mente que creo que no se borrarán nunca. Después de intentar pasar
el día más o menos distraído en el Thamel ha tocado volver y
proceder al momento más difícil: la despedida. Me ha dado un vuelco
el corazón cuando he llegado del Thamel y he entrado en la sala de
estudio. Kasturi me ha mirado con una cara muy triste y Mahesh me ha
preguntado directamente: Andrea, fine? (también me lo preguntó
ayer) A lo que yo le he contestado que sí, y que si él también
estaba bien. Ha hecho un no rotundo con la cabeza. Me he tomado un té
y Gita en la cocina me iba diciendo que me quedara a comer el arroz,
que me quedará a no sé qué pero yo no quería alargar tampoco más
el momento. Gita me ha empezado a decir que había pasado muchos
momentos felices conmigo. Como habla este inglés-apache iba
diciendo: Andrea very very very (multiplicado por veinte) nice. Y le
iba diciendo cosas buenas de mí a la familia de Barcelona.
Me he acercado a la
sala de estudio y creo que nunca podré olvidar la cara de Kasturi.
Se ha levantado y ha venido hacia mí y yo ya estaba llorando a moco
tendido. Me ha dado un abrazo enorme y se ha separado un poco porque
estaba llorando también pero me ha vuelto a abrazar. Pramila también
me ha dado un achuchón muy grande y Sangham me ha chocado la mano.
Me he despedido con un adiós y un intento de sonrisa con los demás.
Me he girado y he visto detrás, un poco apartados, a Mahesh y a
Bijay con una cara... que la verdad es que mi reacción automática
ha sido ir y abrazarlos por separado. Después he ido a Gita y le he
dado un buen achuchón, ella me decía no vas a volver? Y yo le he
dicho que obviamente intentaría volver antes de irme a Barcelona y
que no podía evitar llorar. La pobre también estaba bastante
triste. Ya no aguantaba más allí así que he echado a andar y de
repente me ha venido a la cabeza que no me había despedido de Suman.
Me giro y lo tenía detrás. Automáticamente he chillado: ¡Suman! Y
él me ha dicho: ¡pensaba que te olvidabas de mí! Me ha dado un
abrazo que no podré olvidar. Es un gran hombre.
Pramila me ha
cogido de la mano y Bijay se ha puesto al otro lado. Han dicho que
venían al bus conmigo. Me he girado y he visto detrás mío a Mahesh
y a Hari con unas caritas que no olvidaré. Suren iba gritándome que
nos veíamos al día siguiente y que me daba un gran gran abrazo.
Hemos ido hacia el bus y los he vuelto a abrazar. Me he subido al bus
llorando y ha arrancado. Físicamente me he ido pero una parte de mí
se ha quedado allí, en varios sitios. En la cocina, riendo con Gita
y comunicándonos con gestos. En la habitación de los niños,
mirando una película a escondidas de Suman más tarde de lo
permitido. En el patio, haciéndole cosquillas a Kasturi y bailando
el tango con ella. O persiguiendo a Bijay o a Hari porque no paran de
chinchar. En el bidón de agua, donde Bijay y yo nos tirábamos agua
mientras lavábamos los platos. En la terraza de la segunda planta,
donde Suman y yo hemos conectado y me he dado cuenta de que es uno de
los hombres con el corazón más grande que he conocido. En la sala
de estudio, donde he hecho de profesora, de cojín, de taquillera, de
amiga, de hermana y de madre. En la habitación de las niñas, donde
he tenido sesión de peluquería con Anita cada día. Y, sobretodo,
en la habitación de invitados de la segunda planta, donde me asomaba
a escondidas varias veces al día para verlos y desde donde me
llegaban los gritos de Gita llamándome para ir a comer, la risa
contagiosa e inocente tan propia de Saugat y tantos otros momentos
felices.
Mi cuerpo se va,
pero sigo estando allí, bebiendo té negro y con una sonrisa en mi
cara, sintiéndome la persona más afortunada del mundo por haberlos
conocido. Espero haber dejado la mitad de lo que ellos me han dado a
mí. Pramila me ha escrito en su carta hoy que estaba triste porque
me iba y, mientras había estado, habíamos sido una familia que lo
compartía todo. Se equivocaba en algo, sé (y estoy muy segura de
ello) que seguiremos compartiendo un montón de cosas. Os dejo con algunas fotos.
Buenas noches de
parte de la tía Andrea, la más afortunada del mundo.
(Bijay, Pramila, Binod, Kasturi y yo haciendo limpieza a fondo de la cocina)
(Saugat, Anita y yo haciendo pulseras)
(Hari entregado con las pulseras)
(Nuria, Anita, Bijay, Sangham, Saugat, Binod y yo)
(Bijay y yo)
(Suren, the boss, y yo)
(Una de las fotos más bonitas, con Bijay)
gracias por compartir estos momentos que te hacen grande a ti y a quien lo leen
ResponderEliminarLos recuerdos construyen un camino que llega hasta el corazón y logra que los seres queridos siempre los sienta uno muy cerca, aunque en realidad estén muy lejos el uno del otro.
ResponderEliminarEn este caso no es una despedida, solo es un momento hasta el reencuentro.
Cada momento que vives en este estado tu corazón crece, llenandose de lo único importante.