miércoles, 1 de agosto de 2012

Hoy me he levantado a las 6 con una sensación de estar bastante como nueva. Tenía ganas que llegara el día de hoy porque es uno de mis sueños subirme a lomos de un elefante. He ido al restaurante, a desayunar, y me han preparado un super desayuno para campeones: zumo de mango, una tortilla, patatas con salsa picante (como no) y cuatro tostadas con mantequilla y mermelada. Después de desayunar hemos cogido el Jeep y nos hemos acercado a la zona de los elefantes. Ha sido toda una experiencia subirme a un elefante, me ha gustado un montón. Nuestro elefante hasta se ha echado unas carreras por la jungla. Hemos visto varios animales: rinocerontes, ciervos, cocodrilos, monos, pájaros... El elefante también se ha metido en el agua para cruzar al otro lado del río, ha sido tan divertido verlo jugando con el agua, bebiéndosela o comiendo hierba. Ha sido muy gracioso. Casi ahuyento a un animal porque estábamos parados mirándolo, todos en silencio, y de repente noto algo subiéndome por a pierna y era un escarabajo verde que tenía como pelitos, ¡casi la lío parda! A parte de eso y de la cantidad de ramas que se comía mi cuerpo/cara, ha sido una experiencia fantástica.

Cuando he vuelto de los elefantes me he quedado dormida un buen rato. Aquí no había electricidad así que me he tumbado en la cama y me he quedado frita frita. El camarero me ha picado a la puert a diciéndome que tenía que comer algo, creo que este hombre me aprecia mucho porque siempre está muy pendiente de que coma más, de ponerme el ventilador para que no tenga calor... Como estaba medio dormida cuando he ido a comer he tenido unos pequeños percances con la toma de decisiones de qué comer y la verdad es que he comido bastante mal. Sagar me ha llamado (ayer también me llamó) para ver cómo estaba, si había dormido bien, si había disfrutado de ir en elefante (sabe que era mi sueño) y me ha dicho que me cuide mucho que nos vemos el viernes.

A las cuatro menos algo me he subido al remolque del Jeep y, con cuatro chinas y un chino sin parar de revolotear, nos hemos ido a la siguiente aventura. Hemos dejado a los chinos en la zona de los elefantes y nos hemos dirigido a las canoas. La canoa ha sido una experiencia impresionante. Había una tranquilidad y una paz en el ambiente inexplicable. Sólo hemos visto un cocodrilo y no ha habido ningún problema. Ha sido un paseo super agradable y reflexivo.

 Después hemos bajado de la canoa mi guía y yo y hemos empezado la ruta por la jungla, la jungla auténtica, de verdad. Sin caminos, con los arbustos rozándome la cara. Antes de empezar la ruta me ha hecho una advertencia. Me ha dicho que era zona de rinocerontes, que son muy peligrosos, ergo que, si aparecía un rinoceronte tenía que subirme al primer árbol que viera. Yo, con la cara de sorprendida le he dicho que si era una broma y me ha dicho que no. Le he comentado, aunque creo que podía imaginárselo, que yo nunca me he subido a un árbol así que no creo que sea una buena idea que pruebe mi primera vez perseguida por un rinoceronte. Me ha dicho que en tal caso, tendríamos que salir corriendo en zig-zag y dejar una prenda en el suelo como por ejemplo la camiseta. Me ha pedido que estuviera atenta a todo y hemos empezado. Como os podéis imaginar me he cagado viva e iba todo el rato mirando a lado y lado viendo cómo eran los árboles y cuál sería el más fácil para que una inexperta como yo trepara. Ya al final no sabía si sudaba de la ansiedad o de la humedad y los 38º de aquí. No hemos tenido ningún encuentro con un rinoceronte pero sí bastantes ciervos y otros insectos.

Al acabar la ruta por la jungla nos hemos acercado a un centro en el que nacen los elefantes. Han sido unos momentos muy bonitos. Ya sabéis que tengo especial predilección por los elefantes así que se me caía la baba viendo a los peques jugar en el barro, luchar unos con otros, tumbarse tan panchos,... El guía me ha tenido que decir al final si nos íbamos o no de lo empanada que estaba. Le he dicho que me quería llevar uno y hasta se lo ha dicho al criador y todo.

Poco más por hoy, mañana a las 8 de la mañana cojo el autobús para volver a Katmandú donde pasaré la noche. Tendré entre seis y siete horas de largo viaje. Notaré un montón la diferencia de la temperatura. Hoy en encima del elefante me he emocionado mucho porque, desde ahí arriba, me he acordado un montón de una cita de Newton que desde que la leí me pareció brillante: Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes. Y es, totalmente, como me siento yo aquí, en Nepal.

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